Mirar, inclòs llençar un bes al cel, és un acte ple; tanmateix podem identificar-ho com a l’acte que ens deixa més buit al nostre endins. De tant en tant, al llarg de les nostres vides, hem estat fent actes que ens omplen i molt, actes que fan que es sentim útils, orgullosos inclòs de nosaltres mateix. Mentre ho fem podem sentir-se així, altres vegades ens adonem d’aquesta sensació una vegada ho hem fet i altres mai. Doncs llençar un bes al cel jo el qualificaria com aquest últim; per tant vuit, sense cap contingut emocional, encara que a la vista ho semble. Normalment, aquest acte es fa quan una persona ja no està. Bé... doncs a mi m’agradaria que es feren les coses quan jo puga veure-les, olorar-les, escoltar-les, tastar-les, palpar-les; en definitiva, sentir-les. Per aquelles persones que s’enfronten a qualsevol cosa però, sobretot, per a les que no.
Aquesta reflexió la lligue directament a la frase que, dies enrere, la meua amiga Gomis em va fer recordar, una frase del mestre de la vida Woody Allen: “Les coses no es diuen, es fan, perquè al fer-les es diuen soles”.
Un fet que, com sempre, quedarà en paraules.
Per tu. Per tot.
T’estime!
Tragué, mentí, olvidé, dejé mi cama perdida de sudor, acepté, convencí, enfermé, pensé, arañé y mordí.
Sostuve, me enfrenté, maldije, me tronché, lloré y me olvidaron.
Palpité, olvidé, suavicé, perduré, me limpié.
Contuve la respiración defendí una idea, me alegré de una muerte.
Disfruté, me sacié, maldije un nacimiento, perdí la razón.
Perpetué, observé, chupé, me arrastré, curé yo sola mis heridas.
Me recobré, volví sobre mis pasos, se soldaron mis huesos en 12 días.
Tuve hijos, me alegré, celebré, llegué tarde, hablé para arreglar las cosas
Hice grandes problemas de nada, caminé en la arena y con el viento en contra.
Robé, mordí, palpité, traicioné, hice trampas y se notaron.
Reflexioné. Dije, debes ser una tía reflexiva.
Hice, hice, hice.
Y me detuve, pasé mucho rato quieta. Y allí me quedé.
Y cuando todos tenían una imagen hecha de mí, les causé sin quererlo, sorpresa.
Conmoví.
Perduré. Me alegré. Me olí. Me reconocí. Tuve tiempo.
Prometí no hacer lo mismo, hice lo mismo, viví cien veces la misma vida.
Usé todos los verbos, busqué en el diccionario verbo a verbo y los había usado todos,
menos el verbo morir.
Y me alegré,
ya que morir
-me parece-
no debería ser un verbo.
Jardinería humana. Rodrigo GarcíaSostuve, me enfrenté, maldije, me tronché, lloré y me olvidaron.
Palpité, olvidé, suavicé, perduré, me limpié.
Contuve la respiración defendí una idea, me alegré de una muerte.
Disfruté, me sacié, maldije un nacimiento, perdí la razón.
Perpetué, observé, chupé, me arrastré, curé yo sola mis heridas.
Me recobré, volví sobre mis pasos, se soldaron mis huesos en 12 días.
Tuve hijos, me alegré, celebré, llegué tarde, hablé para arreglar las cosas
Hice grandes problemas de nada, caminé en la arena y con el viento en contra.
Robé, mordí, palpité, traicioné, hice trampas y se notaron.
Reflexioné. Dije, debes ser una tía reflexiva.
Hice, hice, hice.
Y me detuve, pasé mucho rato quieta. Y allí me quedé.
Y cuando todos tenían una imagen hecha de mí, les causé sin quererlo, sorpresa.
Conmoví.
Perduré. Me alegré. Me olí. Me reconocí. Tuve tiempo.
Prometí no hacer lo mismo, hice lo mismo, viví cien veces la misma vida.
Usé todos los verbos, busqué en el diccionario verbo a verbo y los había usado todos,
menos el verbo morir.
Y me alegré,
ya que morir
-me parece-
no debería ser un verbo.
Hermoso y demoledor. Un besito reconfortante.
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